viernes, 7 de noviembre de 2014

Ahora que tengo 30 años...

Cuando de pequeña pensaba en mí a los 30 años tenía una imagen que en absoluto se corresponde a mi "yo" actual. Creía que llegada a esa edad me habría convertido en una mujer adulta (en honor a la verdad debo matizar que no me siento aún del todo como tal). Me imaginaba casada, con hijos, con una profesión consolidada... Al timón de una vida que no he seguido a pies juntillas, no por falta de ganas sino más bien por los condicionamientos sociales y personales que han minado mi camino... y el de muchos, aunque ahora solo hable de mí. 
Te pautaban la vida, a golpe de silbato: colegio, universidad, trabajo, casa, matrimonio, maternidad... Y nosotros obedecíamos diligentes, interiorizando como correcto lo que en realidad solo era un estándar. Luego llegó la crisis y arrambló con términos como acceso a la vivienda, estabilidad laboral e incluso maternidad, se colaron otros que si bien antes ya existían, con los años su auge fue creciendo, tales como separación, divorcio, convivencia.... 
Y a resultas me encuentro con 33 años, 6 meses y 23 días, con una casa a medio pagar y a medio construir, a merced hace ya seis años de los designios del administrador concursal que se hizo cargo después de la quiebra de la promotora. Con un trabajo (a Dios gracias) que me reporta más sombras que luces y sin poder ser madre.
No soy en absoluto lo que soñé para mí, tan solo un borrador, pero sé que lo he hecho lo mejor que he podido, no por ellos... Tan solo por mí.